Otra nefasto efecto del tráfico: elevaría el riesgo de obesidad

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Otra nefasto efecto del tráfico: elevaría el riesgo de obesidad

Ya se sabía que genera estrés y perturba los patrones de sueño. Ahora descubren que afecta el metabolismo de la glucosa y el apetito

clarin.com

Después de tantos años, podría arriesgarse a afirmar que los que vivimos o trabajamos la Ciudad de Buenos Aires nos hemos resignado a convivir con el caos que provoca el tránsito, producto de una conjunción de factores; entre los que destancan los infinitos piquetes -sólo este año habría más de 1000, es decir casi 3 por día-, las eternas obras y demás peculiaridades porteñas: como las organizaciones de espectáculos deportivos (fútbol, maratones, etc.) o musicales. ¿Seguiremos aguantando?

Por supuesto, es nuestra salud la que se lleva la peor parte. Ya desde hace algunos años la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera la contaminación acústica como uno de los principales factores medioambientales con mayor impacto en la salud.
En 2017, un equipo de científicos de la Universidad de Nottingham Trent reveló que la contaminación acústica podía alterar la frecuencia cardíaca. En esa misma época, otro trabajo focalizado en Ciudad Condal, de Barcelona, había demostrado, además, que la polución, pero también los niveles de ruido, especialmente el relacionado con el que emiten los vehículos, como descubrió un trabajo posterior, explicaban más de 1.200 muertes.

Pero las cosas pueden ponerse, si caben, aún peores.

Sucede que un nuevo estudio determinó que la exposición a largo plazo al ruido procedente del tráfico rodado está asociada a un incremento en el riesgo de obesidad. Concretamente: un incremento de 10 dB en la media de ruido supone un 17% más de obesidad.

Reducir el ruido del tráfico también podría ser una forma para luchar contra la epidemia de obesidad

María Foraster, experta en epidemiología ambiental del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal)
En el estudio, liderado por María Foraster, una experta en epidemiología ambiental del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), se destaca que, precisamente, la cacofonía que origina el tráfico podría ocasionar a largo plazo un aumento en el riesgo de padecer obesidad. Según indican Foraster y sus colaboradores en la revista Environment International, la exposición al mismo genera un notable estrés y perturba los patrones de sueño. Y peor aún, con el tiempo se descompensan los niveles de hormonas y aumenta la presión arterial; el metabolismo de la glucosa y el apetito se ven igualmente afectados.

El trabajo contrasta los resultados anteriores que ya habían mostrado relaciones entre el ruido del tráfico y diversos marcadores de obesidad. Para ello, contaron con 3.796 personas adultas que participaron en la cohorte suiza Sapaldia y a las que se efectuaron dos visitas de seguimiento entre los años 2001 y 2011.

La investigación, publicada en Environment International, se apoyó en medidas objetivas como el peso, la altura, el índice de masa corporal, el perímetro de la cintura y el porcentaje de grasa abdominal de cada participante. Estos datos se combinaron con estimaciones de la exposición al ruido generado por medios de transporte elaboradas en el marco del proyecto suizo Sirene.

Un problema más serio de lo que creemos
“Observamos que, efectivamente, quienes más lo están tienen un mayor riesgo de padecer obesidad. Por ejemplo, un incremento de 10 decibelios en la media de ruido –la Organización Mundial de la Salud sostiene que el del tráfico no debería superar los 53 decibelios, pero el 40% de los europeos están expuestos a más de 55– se traducía en un aumento del 17% de sufrir la dolencia”, señala Foraster.

“Nuestro análisis muestra que, efectivamente, las personas que están más expuestas al ruido del tráfico rodado tienen un mayor riesgo de obesidad. Por ejemplo, observamos que un incremento de 10 dB en la media de ruido al que estaban expuestos los y las participantes se traducía en un 17% más de obesidad”, explica a SINC Maria Foraster, y agrega que su estudio “aumenta la evidencia acerca de los posibles efectos del ruido del tráfico sobre la obesidad, al encontrar los mismos resultados que estudios anteriores en una nueva población”.

Sin embargo, reconoce, “se requieren más trabajos longitudinales para confirmar la asociación y examinar algunas inconsistencias para las que hasta la fecha no hemos logrado hallar una explicación de consenso”.

El ruido es un problema de salud pública
El estudio también analizó la exposición al ruido generado por el tráfico aéreo y ferroviario, sin encontrar asociaciones significativas, salvo en el caso de la exposición a largo plazo al ruido del tráfico ferroviario, que sí se relacionó con un mayor riesgo de sobrepeso, pero no de obesidad.

La exposición sostenida al ruido es un problema de salud pública que, por desgracia, está muy extendido y es más grave de lo que se cree. El ruido genera estrés y afecta al sueño. El estrés produce cambios hormonales y aumenta la presión arterial. Además, la alteración del sueño desregula la glucosa y altera el apetito, entre otros efectos.
“A largo plazo, esto puede conducir a alteraciones fisiológicas crónicas. Esto explicaría que la exposición persistente al ruido del tráfico se asocie a enfermedades cardiovasculares, lo cual está probado, o las asociaciones recientes con diabetes y obesidad. Reducir el ruido del tráfico también podría ser una forma para luchar contra la epidemia de obesidad”, concluye la investigadora.

Fuente: 20minutos.es, Muy Interesante, The Guardian, El Mundo y Clarín.

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